Novena Tradicional a Santiago Apóstol

El Illmo. Sr. D. Bartolomé de Rajoy y Losada, Arzobispo y Señor de esta Ciudad y Arzobispado, concede ochenta días de Indulgencia a todas las personas que devotamente hicieren esta Novena; y otros ochenta a los que en tiempo de calamidad y Rogativas, dijeren la oración que está al fin del primer día y antes de la antífona.


ADVERTENCIA

El tiempo para hacer esta Novena se deja al arbitrio de cada uno, según lo dicte su devoción o lo pida la necesidad. Pero parece más oportuno el de los días que precedan a alguna de sus principales festividades, para prepararse a celebrarlas más dignamente: el día 15 de Mayo para concluirła en 23 del mismo mes, en que se celebra la Aparición prodigiosa de nuestro Santo Patrón (esto es, el triunfo conseguido por los Católicos Españoles, que humillaron el bárbaro y soberbio poder de los moros en la batalla de Clavijo con la visible asistencia de nuestro Santo Apóstol) u otra semejante festividad.

Las condiciones con que se ha de hacer la Novena en particular, serán las que inspire a cada uno su afecto, y se granjeará mucho el amparo del Santo, si cada uno la repitiese en su casa acompañado de su familia, en especial si se hace una Rogativa por necesidad común; pero en lo público, que es de lo que aquí se trata, se debe concurrir al Templo en que se haga, a la Misa y Sermón, si lo hubiere, y hacer un santo empeño de manifestarse fino devoto del sagrado Apóstol.

Se confesará y comulgará a lo menos una vez en el espacio de la Novena, y distinguirá sus días con alguna obra piadosa: limosna, ayuno, etc.


Puesto de rodillas delante de una Imagen del Santo,
se signará y dará principio todos los días con el siguiente

ACTO DE CONTRICIÓN

Dios y Señor infinitamente Misericordioso, sin cuyo auxilio nada podemos y nada valen nuestras obras, dignaos, Señor, concedérmelo para que os sea agradable este culto que deseo rendir a vuestro amado Discípulo y glorioso Patrón de España, a quien debemos la fe, con que os adoramos los Hispanos. No miréis, Señor piadosísimo, a la gravedad de mis culpas, que humildemente os confieso. 

Perdonádmelas, Señor, por la Pasión y Muerte de vuestro Santísimo Hijo y dulcísimo Redentor mío, por las lágrimas de su Purísima Madre, y por el martirio de nuestro Apóstol, pues de todo corazón me pesa haberos ofendido, por ser quien sois, infinitamente amable, poderoso y justo. Quisiera antes morir, que haber agraviado a vuestra inmensa Majestad: propongo firmísimamente enmendarme con vuestra gracia, que espero de vuestra misericordia, y hacer por ella todo lo posible para vivir y morir como hijo de la Santa Madre Iglesia, y de mi Padre y maestro el Apóstol Santiago, y merecer alabaros con él eternamente en la Gloria. Amén.


ORACIÓN PRIMERA

para todos los días.

Fidelísimo Discípulo del Divino Maestro Jesucristo, que mereciste os escogiese por una de las primeras columnas de su Iglesia, y por fundador y Patrono de las de España, que por vuestra predicación y merecimientos recibió la fe Católica, y espera mantenerla hasta el fin del mundo.

Oh Padre y protector de todos los fieles, especialmente los Españoles, a quienes dejasteis por prenda de vuestro paternal amor el tesoro preciosísimo de vuestro sagrado cuerpo gloriosamente depositado en la magnífica Basílica de Compostela, a cuya espada debe España sus triunfos, en cuyo Bordón tiene su seguro arrimo, y por cuyos respetos Dios franquea la puerta de sus misericordias con tanta Indulgencia para la remisión de sus culpas: Bendito seáis de todas las naciones naturales y extranjeras: aclamado seáis y adorado de todas por ínclito Patrón nuestro.

Gózome, Santo mío, de que de todas las partes del mundo concurran a venerar vuestras sagradas reliquias, y os pido rendidamente me alcancéis parte de los merecimientos de tantos devotos Peregrinos, como con tanta fatiga, mortificación y penitencia buscan vuestro amparo, y veneran vuestro patrocinio. Con todos ellos os amo, con ellos os adoro, y con ellos quisiera ir publicando por tantas partes del Orbe, vuestras excelentes prerrogativas y vuestro glorioso nombre.

Confirmadme, Santo mío, en la Santa fe que os debo, y en el Santo temor de Dios de que tanto necesito. Negociadme con el Todopoderoso el favor que os pido en esta Novena, para tener ese motivo más de daros las gracias en la Gloria. Amén.


ORACIÓN PARA CADA DÍA

Día 1 Día 2 Día 3 Día 4 Día 5 Día 6 Día 7 Día 8 Día 9


DÍA PRIMERO

Gloriosísimo Apóstol y amantísimo Patrón nuestro Santiago, que a la primera voz con que el Divino Maestro os llamó para discípulo suyo, os resolvisteis prontísimamente a seguirlo, abandonando con ánimo generoso las conveniencias y esperanzas del mundo, y aun a vuestro padre, por entregaros enteramente a la voluntad y servicio del Señor: infinitas gracias doy a su Majestad por este singular beneficio que os hizo, y a Vos os ensalzo y engrandezco por la puntualísima obediencia y fidelidad con que le habéis correspondido. Bien veis Santo mío, cuan metido me hallo en las redes de mis pasiones, preso de mi amor propio, y atado a mis temporales intereses, que me impiden seguir a Dios y atender a sus amorosos llamamientos.

Alcanzadme del Señor una alentada resolución como la vuestra, para romper estos lazos, y desembarazarme de todos los cuidados que me estorben el servicio de Dios; y dadme una rendida atención a sus divinas inspiraciones para aplicarlas y obedecerlas, como Vos lo hicisteis. Promoved y fomentad la fe, la Religión, y aun la felicidad temporal de la Iglesia, y particularmente de la Hispanidad que por Patrón os adora, para que imitándoos en seguir a Cristo acá en la tierra, os acompañemos también a gozar de su vista en la Gloria. Amén.

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DÍA SEGUNDO

Invictísimo Defensor de la fe, y señalado Patrón de España, a quien el Divino JESUS distinguió con el renombre de hijo del Trueno, profetizando los fogosos incendios de caridad, con que habías de consumir la idolatría en estos Reinos, e ilustrarlos con la luz del Evangelio, añadid a ese imponderable beneficio el de alcanzarme de Dios eficaces auxilios, para que así como Vos desempeñasteis con las obras el título que su Majestad os ha dado, verificándolo en las incansables fatigas de vuestro Apostólico celo, así yo desempeñe el nombre de cristiano, cumpliendo exactamente con las obligaciones, que con él he contraído para que en el día del juicio, en que habéis de recontar vuestro rebaño, no me desconozcáis de oveja vuestra. Lo mismo os pido para todos los fieles, especialmente los Hispanos. No levantéis la mano del cuidado de su salvación, que os costó tanto sudor. Conservadlos en paz exterior e interior, siempre triunfantes de sus enemigos visibles e invisibles, para mayor gloria de Dios y vuestra, y para hacernos dignos de acompañaros en la Patria. Amén.

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DÍA TERCERO

Dichosísimo Apóstol, que por la fiel correspondencia a los favores del Todopoderoso Jesús, os hicisteis digno de sus altas confianzas, y de que se acompañase de Vos para las obras de su Omnipotencia, llevándoos consigo para testigo de la portentosa Resurrección de la hija de Jairo.
Yo os suplico rendidamente por esta particular distinción, que su Majestad hizo de Vos, presentéis al Señor mi pobre alma, quizá muerta por la culpa o a lo menos lastimosamente débil, y lánguida por su tibieza, para que su infinita piedad la resucite a la vida de la gracia, la fomente e infunda un nuevo y vigoroso espíritu, conque en adelante le sirva con más fervor y más vivo deseo de su mayor honra.

Haced amantísimo Patrón nuestro, lo mismo con todos los infelices que están en pecado mortal, solicitando de la Divina Clemencia una especial asistencia a estos Reinos de España, para que en ellos florezca más y más la fe, y la Religión, que Vos le enseñasteis, y para que nuestras almas respiren siempre aquel aliento que Vos le comunicasteis, y lleguen vivas a la presencia del Señor y vuestra en la gloria. Amén.

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DÍA CUARTO

Dilectísimo Ministro de la Majestad Suprema de Dios y tan favorecido del Soberano Jesús, que no quiso en la tierra manifestar la Gloria de su maravillosa Transfiguración, sin que Vos fueseis participante de ella, yo os suplico encarecidamente por aquel gozo, que tuvisteis en el Tabor, cuando visteis en él reducida a un breve mapa la Bienaventuranza eterna, que así como para subir a la cumbre, en que merecisteis gozarla, os confundisteis con la abnegación de Vos mismo, el desprecio del mundo y una rendida obediencia a los Preceptos de Jesucristo; así, por los mismos medios me disponga para recibir del Señor una luz, con que más claramente conozca y contemple en esta vida sus perfecciones y altísimos Atributos, para que más y más enamorado de aquella incomprensible hermosura, desprecie por ella todas cuantas delicias me pueda ofrecer la tierra, y ponga todos mis cuidados en conseguir las del Cielo. Amén.

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DÍA QUINTO

Benignísimo Padre y Patrón nuestro, tan tiernamente amado del Salvador del mundo, que no quiso apartaros de su lado en las agonías que padeció en el Huerto, y le debisteis la dulce Piedad de disimularos, que estuvieseis durmiendo mientras su Majestad, desangrándose en sudor copioso, estaba orando; yo os suplico humildemente, que así como Vos recobrado de aquel sueño supisteis pagar al Señor aquel descanso con las fatigas, desvelos y sudores de vuestro Apostólico ministerio, hasta dar la vida por Él, que la había dado por Vos, así yo, considerando la gran pérdida de tiempo que diariamente tengo al estar dormido para el cuidado de mi alma, y demasiadamente despierto para los del mundo, abra los ojos desde ahora con vuestro ejemplo para ver cuan lejos voy del camino que me habéis enseñado, y conciba un propósito eficacísimo de desvelarme más por mi salvación y no perdonarme fatiga, ni sudor alguno, que me conduzca para el bien espiritual de mi alma, por no degenerar de hijo vuestro, y merecer por Vos y con Vos el eterno descanso.

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DÍA SEXTO

Esforzadísimo Campeón de la Iglesia, animosísimo Santiago, a cuyo generoso espíritu encomendó el Supremo Rey la ardua empresa de hacer frente a la judaica perfidia, y sujetar a la Divina Ley la gentílica protervia de toda España.

Infinitas gracias os doy por la animosidad y fortaleza con que habéis cumplido con este soberano encargo, y por lo mismo os suplico rendidamente, que así como plantasteis en estos Reinos la fe y la verdadera Religión de Jesucristo, así en ellos, y particularmente en mí, cuidéis de conservarla y promoverla. 

No ignoráis, Santo mío, que en mí y quizá en muchísimos, está muy apagada (o como muerta) la fe por falta de obras, dignas del carácter de legítimos hijos vuestros. No se pierda, amantísimo Padre, vuestro trabajo. No os avergoncemos con nuestro indigno proceder. Sacad la Espada contra nuestros rebeldes apetitos, que nos tienen en peor cautiverio que los moros. Rescatadnos de la mísera esclavitud de nuestras pasiones, bárbaramente dominantes.

Convertidnos, celosísimo Operario, de nuevo, para que la penitencia y el continuo ejercicio en las virtudes acrediten que somos de la Bandera del Grande Apóstol Santiago, así en la Militante, como en la Triunfante Iglesia. Amén.

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DÍA SÉPTIMO

Afortunadísimo Apóstol, tan favorecido de la Soberana Reina del Cielo, María Santísima, que merecisteis, aun estando ella en esta vida, viniese en persona desde Jerusalén a España a visitaros, fortaleceros y significaros, que era gusto de Dios y suyo, le erigieseis en Zaragoza un Templo, que fue el primero que en el Orbe Cristiano se vio consagrado a la verdadera y única Deidad, y a la que le dio el humano Ser.

Yo os suplico por el mérito y el consuelo, que tuvisteis en ejecutar tan dulce y tan honroso precepto, consagréis también mi corazón en Templo de María Santísima, y le hagáis firmísima Columna sobre la cual esté siempre dignamente colocada y servida de mis potencias, y sentidos, como amabilísima Madre y poderosísima Señora.

Haced (tiernísimo devoto de esta gran Reina) que todos os imitemos en amarla y servirla, para que así como se dignó visitaros en vida, así en Ella en la hora de nuestra muerte nos visite y asista hasta ponernos seguros en la Gloria. Amén.

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DÍA OCTAVO

Constantísimo soldado de Jesucristo, que por servirle leal y valerosamente, no sosegasteis hasta derramar gustosamente vuestra sangre y rendir por él vuestra cabeza al cuchillo, yo os engrandezco y alabo por esa heroica constancia, y os suplico rendidamente me alcancéis la que necesito, para estar pronto a perder antes mil vidas, que faltar a la ley que debo a mi Dios y mi Criador.

Y pues vuestro celo fue tanto, que aun cuando os llevaban al suplicio, tuvisteis compasión de un paralítico, dandole perfecta salud, y orasteis a Dios tan eficazmente por vuestro más declarado perseguidor Josías, que le hicisteis tan amigo vuestro, que logró a vuestro lado la corona del martirio. Miradme, Santo mío, con ojos de igual piedad.

En mi alma y en las de otros, hay mucho que sanar, y no hay poco que convertir. Sanadnos, Patrón amable, y convertidnos. Alentad nuestro espíritu y confortadlo, para resistir firmemente los combates del enemigo, y perder cuando sea necesario, honra, vida y hacienda, antes que perder la gracia, perseverando siempre en ella hasta poseer la Gloria. Amén.

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DÍA NOVENO

Suavísimo Bienhechor y Padre de los Españoles, que en vuestra última disposición, conforme a la del Altísimo, a la que siempre os arreglasteis, tuvisteis con ellos la Paternal atención de dejarles el preciosísimo legado de vuestro sagrado Cuerpo, queriendo tuviese en Compostela su descanso, su Sepulcro y su Solio, para moveros por esta sagrada prenda a continuarnos nuestra poderosa protección: yo os alabo, os magnifico y os rindo las gracias por esta particularísima seña de vuestro amor a los Españoles. ¿Con qué os pagaremos, Patrón amabilísimo, este imponderable favor? ¡Oh si supiésemos estimarlo! ¡Oh si acertásemos a darle aquel culto puro y aquella sólida veneración que nos merece!

No permitáis, Santo mío, en vuestros Vasallos, y en los felicísimos herederos y poseedores de vuestras Sagradas Reliquias, el feísimo vicio de la ingratitud. Todo el mundo os ame, os reverencie, os ensalce, pero sobre todo nosotros. Dadnos, Apóstol prodigioso, una humilde confusión de ver lo poco que hacemos en vuestro culto, a vista de lo que tantos de tan distintas Naciones ejecutan por lograr el consuelo de tocar respetuosamente las losas de vuestra Apostólica Basílica.

Haced, que conmutemos las penalidades y gastos de la Peregrinación de otros en obras de mortificación y caridad, especialmente con los mismos Peregrinos; y últimamente, proteged vuestra España: prosperad sus Monarcas, aumentad sus victorias, para que reine hasta el fin del mundo en nosotros la fe, la Religión y la gracia de Dios, que por su infinita misericordia nos lleve a acompañaros en la eterna Patria. Amén.


Aquí se rezará tres veces el Padre nuestro y Ave María,
en reverencia de la vocación, predicación y martirio del Santo.


ORACIÓN

Que se debe decir todos los días, cuando el
Santo se pone en Novena pública por alguna necesidad
o causa común; por la que se ganan ochenta días
de Indulgencia, además de los de la Novena.

Amantísimo Padre y consolador nuestro, milagrosísimo Santiago, bien veis el justísimo castigo que nos prepara —benignísimamente— la rectísima Providencia de nuestro buen Dios y Señor. Confesamos humildemente que nuestras culpas lo merecen muchísimo mayor, y considerando, que teniendo ofendido a nuestro Criador, no podemos teneros a Vos contento, se nos agrava más nuestra congoja y desmaya mucho nuestra esperanza. Pero Apóstol amorosísimo, a los reos mas criminosos les permite la justicia sus abogados: Vos lo sois nuestro por muchos títulos.

¿Dónde hallaremos los hijos miserables nuestro consuelo, y a quién nos hemos de acoger con más confianza en nuestros ahogos que a nuestro Padre? Vos lo sois benignísimo Apóstol, y a Vos acudimos en la presente urgencia.

Templad el justísimo rigor de Dios, acompañad con vuestros ruegos nuestros suspiros y oraciones para que su Majestad se digne oírnos y apiadarse de nosotros. No padezcan, por estar mezclados con nosotros los que somos pecadores, muchos justos. 

Alegad los méritos de éstos a favor nuestro, pues aunque indignos, somos sus hermanos. Conózcase en este aprieto cuánto vale vuestro patrocinio. Alcanzadnos el perdón de este castigo, para que de eso resulte en nosotros más humilde reconocimiento a la Divina Clemencia y mayor honra a vuestro glorioso nombre. Reconciliadnos con el Todopoderoso por medio de una verdadera penitencia, que nos haga dignos de su misericordia y gracia. Amén.


ANTÍFONA

Oh Bienaventurado Apóstol, que escogido entre los primeros fuiste el primero de los Apóstoles, que mereciste beber el Cáliz del Señor.
¡Oh glorioso reino de España, fortalecido con tal Patrón, y enriquecido con la prenda de su Santo Cuerpo, por cuya intercesión te hizo tan grandes favores el Todopoderoso.

V. Ruega por nosotros Bienaventurado Santiago.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

ORACIÓN

Dios, que por tu misericordia diste y encomendaste al Bienaventurado Apóstol Santiago la Nación Española y la Hispanidad, para que la amparase con su Patrocinio, y por él la libraste milagrosamente de la desolación que la amenazaba: te suplicamos nos concedas, que por medio de su protección lleguemos a gozar de la eterna paz. Amén.


GOZOS

Para cantarse cuando se hace en público la Novena.

Santiago Apóstol glorioso
de la España esclarecida
R. En la muerte y en la vida
sed nuestro Patrón piadoso.

1. Al punto que habéis oido.
a Jesús que os ha llamado,
del mar del mundo arriesgado.
las redes habéis rompido:
a su interés engañoso
disteis pronta despedida.

En la muerte, etc.

2. Viendo, que de celo lleno,
serías Rayo inflamado,
Jesús os dio, el señalado
título de hijo del Trueno;
de nombre tan misterioso
se vio la verdad cumplida.

En la muerte, etc.

3. El secreto os confió
(señal de su amor bien fija)
cuando a la difunta hija
de Jairo resucitó:
así premiaba, amoroso
vuestra lealtad conocida.

En la muerte, etc.

4. Cuando en el Tabor notoria
hizo su inmensa grandeza,
parte quiso su fineza
daros en aquella gloria:
para todo lance honroso
su dignación os convida.

En la muerte, etc.

5. De su agonía en el Huerto
por testigo os ha escogido,
siendo, estando Vos dormido,
su amor con Vos más despierto:
no hay sudor, ni afán penoso
que de estimaros le impida.

En la muerte, etc.

6. Digno vuestro valor fue
de que os fiase la hazaña
de conquistar toda España,
para el reino de la fe:
dejasteis Rayo fogoso,
la gentilidad rendida.

En la muerte, etc.

7. Por premiar vuestros desvelos
desde Jerusalén fina
vino a España peregrina
la Emperatriz de los Cielos:
Templo le hicisteis famoso,
que acredita su venida.

En la muerte, etc.

8. Después de tanta proeza,
de los Apóstoles fuisteis
el primero que ofrecisteis
por la fe vuestra cabeza:
lleváis en esto dichoso
primacía distinguida.

En la muerte, etc.

9. Vivo siempre en la caricia,
con que la queréis honrar,
muerto ya, le volvió a dar
vuestro Cuerpo alma a Galicia:
no hay con honor tan glorioso
nación más engrandecida.

R. En la muerte y en la vida
sed nuestro Patrón piadoso.


HIΜΝΟ

Que nuestra Madre la Iglesia canta en las vísperas
de nuestro Soberano Apóstol y Patrón, traducida al español.

Defensor Soberano de la España,
Santiago, que del bárbaro enemigo
siempre triunfaste fulminante Rayo,
como quien con verdad del Trueno es Hijo.

Desde ese celestial Solio que gozas,
míranos como Padre compasivo,
y atiende a las debidas alabanzas,
que nuestro amor te rinde agradecido. 

Obligada la España te las rinde,
por que siempre por ti feliz ha sido
y porque del tesoro de tu cuerpo
se gloría de ser dichoso Archivo.

Te las rinde también, porque a las luces,
que tú el primero en ella has difundido
sacudió venturosa de sus ojos
la vana ceguedad del Gentilismo.

Y porque cuando, ejércitos infieles
la amagaban el último peligro,
dejándote ver, espada en mano,
tu Caballo pisó su orgullo altivo.

Y pues con tus Reliquias nos honramos
y siempre por Patrón te conocimos,
concédenos también sobre estas prendas,
la esperanza de verte en el Empíreo.

Gloria sea a Jesús, que de María,
siempre Virgen, y Madre intacta, es Hijo,
con el Padre Divino, y con el Santo
Espíritu por siglos infinitos. Amén.


LAUS DEO

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