Novena Tradicional a las Beatas Mártires de la Visitación

En el nombre del Padre, ♰ y del Hijo y del Espíritu Santo.


ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, a mí me pesa de todo corazón el haberos ofendido; y propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, cumplir la penitencia que me fuera impuesta y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos.

Os ofrezco mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y confío que en vuestra bondad y misericordia infinitas me los perdonaréis por los méritos de vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Jesús, manso y humilde de Corazón, que has coronado con la palma del martirio a siete hermanas de la Orden de la Visitación de Santa María; te rogamos nos concedas imitar su vida de generosa entrega y fidelidad en el amor, y la gracia que te pedimos por su intercesión… 


Aquí se pide la gracia que se desea alcanzar.

Ahora se reza tres veces el Gloria Patri.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío.


MEDITACIÓN

Dia 1 Dia 2 Dia 3 Dia 4 Dia 5 Dia 6 Dia 7 Dia 8 Dia 9


DÍA PRIMERO

Del libro del Deuteronomio 6, 4 al 9.

Oye, Israel: El Señor, nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que hoy te ordeno estarán sobre tu corazón. Las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas, ora estando en tu casa, ora viajando, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás para recuerdo a tu mano y te servirán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta 140 

El único deseo y a la única cosa que aspiro es a amar a mi buen Jesús con todo mi corazón; amarle mucho, mucho, o por lo menos, amarle tanto cuanto Él desea o quiere ser amado por mí; haciendo todas las cosas sólo para agradarle y por su amor. Pero ¡ay! todavía tengo muchos estorbillos en este pequeño corazón; y por eso será que no tengo ese amor que yo quisiera tener. Sí, quisiera enamorarme de Él, y no puedo; y me parece que cuanto más deseo amarle, menos le amo.

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DÍA SEGUNDO

Del Evangelio de san Juan 6, 51.

«Yo soy el pan, el vivo, el que bajó del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre, y por lo tanto el pan que Yo daré es la carne mía para la vida del mundo». 

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta 55 

Que tu alma, como esa blanca palomita, viva acompañando siempre a Jesús, que ¡Está solo! y sea a imitación de esta divina víctima Eucarística, víctima de amor. Pero antes de conseguir tan glorioso título hay que practicar una gran fidelidad y acostumbrarse a hacer con alegría los mil pequeños sacrificios que a diario se presentan: hay que aprender a morir todos los días humilde y silenciosamente en lo interior del corazón; hay que resignarse a sentir como se escapa gota a gota la sangre del corazón bajo la prensa de las contrariedades, penas y sacrificios de cada momento. Este es el martirio de amor a que debemos aspirar para llegar a ser víctimas de amor que consuelen a la amorosísima Víctima del Sagrario.

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DÍA TERCERO

De la carta de san Pablo a los Romanos 8, 35 al 39.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? según está escrito: «Por la causa tuya somos muertos cada día, considerados como ovejas destinadas al matadero». Mas en todas estas cosas triunfamos gracias a Aquel que nos amó. Porque persuadido estoy de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni cosas presentes, ni cosas futuras, ni potestades, ni altura, ni profundidad, ni otra creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús nuestro Señor. 

De los escritos de las Siete Beatas Mártires.
Carta 97

¿Qué importa que nos falte todo, si tenemos a Dios? A su luz divina que brilla, aunque siga siendo de noche, se transforma la vida. Y no es que no se sufra, se sufre mucho, pero también se goza mucho, aunque es menos sensible el gozo que el sufrimiento; porque esa luz divina que irradia la presencia del Dulce Huésped del alma no puede dejar de consolar a quien vive de fe, ni de dar esa paz profunda como los abismos del mar. 

Y ve el alma cada vez con más claridad su pequeñez, su nada, su miseria; y sin embargo, no pierde ese don preciosísimo, porque está entregada, abandonada entre las manos de Dios como el niño en los brazos de su madre, y está tan segura de Él.

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DÍA CUARTO

Del Evangelio de san Juan 10, 27-30

«Mis ovejas oyen mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Y Yo les daré vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me dió es mayor que todo, y nadie lo puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y mi Padre somos uno».

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta 97

Cuando se camina de noche, no hay camino más seguro que éste de la confianza y santo abandono. Por él, la voz del buen Pastor voz silenciosa que casi no se percibe, pero… se sabe con seguridad que es suya, alienta a sus pobres ovejas con aquel «No temas rebañito pequeño»… «Yo soy»… «Yo estoy contigo siempre»… «Yo conozco a mis ovejas»… y veo el deseo inmenso que tienen de ser suyas, sin que nada de esta vida sea capaz de separarlas de Él. Quizá esté ya declinando nuestro día, y pasará pronto la noche y amanecerá aquel inefable día eterno. Hasta entonces busquemos solo a Dios, su amor, su gloria, sus almas. Y nosotras perdámonos como gotitas de agua en el océano dulcísimo de su amor infinito. 

No nos empeñemos en sentir consuelo cuando el Señor no quiere que lo sintamos, pero, reconozcamos con todo el amor y gratitud de que nuestro pobre corazón es capaz, los inmensos beneficios que de su amor recibimos, las muestras de ternura de que somos objeto, en medio de esta noche «amable y venturosa» que será la que junte «Amado con amada, amada en el Amado transformada».

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DÍA QUINTO

Del Evangelio de san Lucas 23, 39-43

Uno de los malhechores suspendidos, blasfemaba de Él, diciendo: «No eres acaso Tú el Cristo? Sálvate a Ti mismo, y a nosotros». Contestando el otro lo reprendía y decía: «Ni aun temes tú a Dios, estando en pleno suplicio? Y nosotros, con justicia; porque recibimos lo merecido por lo que hemos hecho; pero Éste no hizo nada malo». Y dijo: «Jesús, acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino». Le respondió: «En verdad, te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso».

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta 140 

¡Es tan grande la confianza que tengo en la misericordia de mi amado Jesús! a pesar de mis miserias, debilidades e infidelidades. Porque ¿a dónde iremos con todas nuestras calamidades, sino a aquel que es nuestro único consuelo y nuestro amadísimo esposo Jesús? 

Sí, vayamos a Él con mucha confianza a depositar en su amorosísimo Corazón, todos los estorbos, dificultades y contrariedades que tengamos durante la vida, y Él como buen Padre nos llevará por el mejor camino que es del cielo, y allí le amaremos eternamente con aquel amor grande con que le aman los santos.

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DÍA SEXTO

Del Evangelio de san Marcos 1, 14-20.

Después que Juan hubo sido encarcelado, fue Jesús a Galilea, predicando la buena nueva de Dios, y diciendo: «El tiempo se ha cumplido, y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed en el Evangelio». Pasando a lo largo del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón, que echaban la red en el mar, pues eran pescadores. Díjoles Jesús: «Venid, seguidme, y Yo os haré pescadores de hombres». Y en seguida, dejando sus redes, lo siguieron. Yendo un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, у а Juan su hermano, que estaban también en la barca, arreglando sus redes. Al punto los llamó; y ellos dejando a Zebedeo, su padre, en la barca con los jornaleros, lo siguieron. 

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta 48 

¡Entregarse en manos del que nos ama con amor infinito! ¡Sin dudas, sin temores! ¿Con Él qué podemos temer? ¿Las penas, los despojos, los sacrificios? Él todo lo suaviza, y por estos medios suavizados por el amor llegamos a la unión con Él, es decir a la santidad. 

Así pues, nada hay que temer. Mucha confianza, mucho ánimo —sin desanimarse jamás— y sobre todo mucho amor, en el amor está nuestra fortaleza.

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DÍA SÉPTIMO

Del Evangelio de san Marcos 8,34-37.

Y convocando a la muchedumbre con sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Quien quiere salvar su vida, la perderá, y quien pierde su vida a causa de Mí y del Evangelio, la salvará. En efecto: ¿de qué servirá al hombre ganar el mundo entero, y perder su vida? Pues ¿qué cosa puede dar el hombre a cambio de su vida?» 

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta de junio de 1936

Creo que el alma religiosa, verdadera esposa de un Dios crucificado, debe encontrar su felicidad suprema, su gozo purísimo en sufrir por Dios y en amarle solo a Él, cuanto una criatura es capaz de amar aquí en la tierra. A veces la naturaleza quiere salir por algún lado, el corazón de carne siente alguna penilla... pues eso prueba que aún no ha llegado a la suprema purificación y tiene que purificarse más, pues ¡a ello, Señor, aunque cueste!

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DÍA OCTAVO

Del Evangelio de san Juan 19, 25-27.

Junto a la Cruz de Jesús estaba de pie su Madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: «Mujer, he ahí a tu hijo». Después dijo al discípulo: «He ahí a tu Madre». Y desde este momento el discípulo la recibió consigo. 

De los escritos de las Siete Beatas Mártires
Carta 139

Ama mucho a la Santísima Virgen, nuestra muy querida Madre, y dile que te prepare ella misma siempre que vas a Comulgar, pues ella te preparará mejor que nadie. Ponte bajo su protección y llámala con mucha confianza en todos los peligros de tu vida. Reza con devoción el santo Rosario todos los días en compañía de toda tu familia; y reza también las tres Ave Marías por la mañana y por la noche, y durante el día, todas las que quieras. Suplícale a esta buena Madre que te guarde y te conserve como cosa suya, y te haga cada vez más agradable a los ojos de su divino Hijo. Si lo haces así, yo te aseguro, que esta tierna y cariñosa Madre te librará de todos los peligros de esta vida, y luego te llevará al cielo para gozar en su compañía por toda la eternidad.

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DÍA NOVENO

Del Evangelio de san Juan 17, 15-21.

«No ruego para que los quites del mundo, sino para que los preserves del Maligno. Ellos no son ya del mundo, así como Yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: la verdad es tu palabra. Como Tú me enviaste a Mí al mundo, también Yo los he enviado a ellos al mundo. Y por ellos me santifico Yo mismo, para que también ellos sean santificados, en la verdad. Mas no ruego sólo por ellos, sino también por aquellos que, mediante la palabra de ellos, crean en Mí, la fin de que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, a fin de que también ellos sean en nosotros, para que el mundo también crea que eres Tú el que me enviaste». 

De los escritos y testimonios de las Siete Beatas Mártires
Cartas 166-111 

Hemos prometido ante Jesús, las siete unidas, no separarnos. Si por nuestra sangre se ha de salvar España, pedimos al Señor que sea cuanto antes. ¡Estamos muy tranquilas en manos de Dios, seguras de Él! No crea que estamos desanimadas, al contrario, muy contentas y comprendemos, cada día mejor, que esto es lo que Dios quiere de nosotras; porque yo creo que nos pide todos estos sacrificios para remedio de todos los males. Vamos a cogernos de la mano de nuestro Jesús y paso a paso, seguir todos los suyos, sin asustarnos de la compañía que Él lleva y que será también la nuestra, si queremos ir siempre a su lado; pero con tal de ir con Él, no nos asustamos, ¿verdad? Pobreza, desprecio, dolor, tristeza de muerte, abandono... y por encima de todo eso, ¡amor, amor!, ¡Qué buena compañía!


ORACIÓN FINAL

Oh Dios, que a las Beatas María Gabriela y Compañeras Mártires les otorgaste la gracia de padecer por el nombre de tu Hijo, concédenos propicio por su ejemplo, que nos incorporemos fielmente a Cristo para que mostremos con las obras la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Sus vidas ofrendaron en aras del amor,
armadas con la Cruz, señal de la victoria,
intrépidas sufrieron su postrero dolor
que les abrió gozosas las puertas de la gloria.

Fueron cual siete espigas sembradas
en el surco a gran profundidad
mas hoy son siete lámparas que la tierra iluminan
con luz transfigurada de paz y santidad.

¡Oh, Mártires de Cristo, ocultas y calladas,
honra y gloria preciosa de la Visitación,
haced que os imitemos en la hermandad,
vida de sacrificio y de contemplación.

Alcanzadnos del Padre
los dones del Espíritu que dan la santidad,
que al Corazón de Cristo, tan misericordioso,
amemos y sirvamos en la fidelidad.

Alabemos unidas al que es tres veces Santo,
hijas fieles y amantes de la Virgen María,
unidnos como Hermanas al melodioso canto
que se eleva en el cielo al Señor cada día. Amén.


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